Pensar la moda
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Redefinir la moda desde Abya Yala
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Redefinir la moda desde Abya Yala

Breve reflexión sobre la moda en la época colonial

En el primer número de Pensar la moda, propuse que debemos aprender a pensar y repensar constantemente las distintas expresiones de la moda latina, para poder fortalecer la variedad de sistemas moda que existen en Abya Yala.1 Un primer paso para lograrlo es redefinir la palabra “moda” a partir de ideas locales y las historias propias de las diversas culturas que habitan y han habitado este territorio, incluso desde antes de la invasión europea.

Hoy me propongo explorar, precisamente, una de las expresiones de la moda que se han dado en Abya Yala a lo largo de la historia—aunque debo admitir, de entrada, que no es una tarea fácil.

Como siempre, parto de una definición expansiva de la palabra moda, que rechaza el “modelo del dictador europeo”, para tomar la expresión que le dio Jennifer Craik a los discursos eurocéntricos que tanto hemos repetido en las narraciones hegemónicas de la historia de la moda.2 Esta definición tiene que ver con la moda como una “construcción cultural de la identidad encarnada”, que introduje la vez pasada. Pero también está fundamentada en una variedad de expresiones que puede adquirir la moda en términos más genéricos. Éstas incluyen a la moda como:

  1. Una práctica corporal localizada que está embebida dentro del mundo social y resulta fundamental para formar y mantener el orden microsocial, tal y como lo ha sostenido Joanne Entwistle;3

  2. Un sistema de lo ordinario, que participa en la creación de identidiades y el performance del “ser” en diversos episodios de nuestras vidas cotidianas, como lo han explicado Cheryl Buckley y Hazel Clark; y4

  3. Un sistema no-verbal de comunicación o lenguaje de signos, tal y como lo han planteado Roland Barthes y Alison Lurie, entre otros.5

Todas estas definiciones responden a lo que Jennifer Craik alguna vez denominó el “impulso de la moda”, que según ella ha acompañado a la humanidad desde prácticamente nuestras primeras interacciones grupales con otros miembros de nuestra especie. Según Craik:

…la moda no debería definirse exclusivamente como la reserva exclusiva de la cultura de la modernidad, sino que otros sistemas de la moda deberían reconocerse y examinarse en sus propios términos.6

Esa exploración ha guiado mi propia investigación, mis prácticas de enseñanza y hasta mi discurso público en redes sociales, por lo menos desde que inicié mi doctorado. De hecho, la motivación principal para mi tesis doctoral ha sido, incluso desde antes de saber si iba a poder iniciar el proceso, entender el desarrollo de la moda en Abya Yala más que como una simple copia de lo que vemos que sucede en Europa. Vale la pena insisitir en que este planteamiento es válido para la moda latina hoy tanto como hace 200 o hace mil años.

Uno de los objetos que más ha incitado reflexión en mí son las maravillosas pinturas de tipos quiteños asociadas con el pintor Vicente Albán, fechadas en 1783. En ellas se representa a tres mujeres vestidas con conjuntos espléndido de camisa guarnecida con encajes, faldellín y bolsicón. La “calidad” de las mujeres se representa a partir de los detalles de los tejidos, la riqueza de las guarniciones y la selección de complementos ostentosos y relucientes, que incluyen joyas, sombreros y flores naturales.7

Vicente Albán, “Sra. prinsipal con sunegra Esclava”, 1783. Óleo sobre lienzo, 80 x 109 cm. Museo de América, Madrid, 00073. Fotografía de Joaquín Otero Úbeda.

Mucho se ha dicho sobre las estrategias de representación de los tipos en estas pinturas, pero a mí lo que me interesa es entender el traje. ¿Qué, exactamente, es lo que vemos en la serie? ¿Cómo se relacionaba con lo que vestían las mujeres en las calles de Quito? ¿Y cuál era la intención del pintor detrás de sus elecciones en la representación de estas mujeres?

Desafortunadamente, creo que nunca podré hablar con Vicente Albán ni ninguno de sus contemporáneos y hacerles estas preguntas. Pero el análisis detallado de las mismas, complementado por horas eternas de investigación en archivos históricos y crónicas publicadas de la época me han hecho llegar a algunas conclusiones (preliminares).

La primera es que, para esta época, ya se usaba la palabra “moda” de forma similar a como lo hacemos hoy: para referirse a aquellos estilos que están en uso en un contexto determinado y que, además, sugieren cambio y novedad.

Lo segundo, es que la moda durante la época colonial estaba estrechamente ligada con el deseo de una sociedad jerárquica, en donde cada “nivel” fuera fácilmente diferenciable de acuerdo con cómo se vestían las personas que pertenecían a él. Esto responde a ideales andinos —principalmente inkas— tanto como europeos. Pero no podemos asegurar que esta jerarquización del traje realmente se haya cumplido, pues las leyes suntuarias de la época, los comentarios de viajeros y hasta los sermones de algunos eclesiásticos sugieren lo contrario.

Y lo último (al menos por ahora) es que la moda sirvió a las mujeres como estrategia de resistencia—¡igual que hoy! El faldellín, en particular, refleja estas estrategias. Desde la mirada indígena se asociaba con la mujer indígena que traicionó a su pueblo y adoptó los modos de vida de los invasores españoles. Desde la mirada española representaba a la prostituta que se vendía para conseguir “favores” de diversos tipos. Y aún así las mujeres en Quito y sus alrededores decidían usarlo para mostrar sus cuerpos y construir su identidad. ¡No podía ser coincidencia! ¿Verdad?

Tengo una hipótesis para explicar la preferencia del faldellín entre las mujeres de la Nueva Granada, pero es demasiado complicada para compartirla en este momento. Pronto saldrá un artículo sobre el tema en Miradas, la revista de historia del arte ibérico y de las Américas publicada por la Universidad de Heidelberg, que prometo compartir apenas salga. Además, hablaré un poco sobre el tema en una mesa sobre la moda y la cultura de las apariencias organizada por la Red Iberoamericana de Historiadoras el 23 de febrero.

A estas alturas creo que tengo más preguntas que respuestas, sobretodo en relación con lo indígena en la moda y la moda indígena, histórica tanto como contemporánea. Valdría la pena invitar a alguien más calificada que yo (¿Dayana Molina? ¿Annaiss Yucra? ¿Jessica R. Metcalfe? ¿Amber-Dawn Bear Robe?) para abordar estos temas.

Pero algo que ha incitado mi curiosidad recientemente viene de mis exploraciones —del lujo, más que de la moda— con base en los diccionarios y gramáticas de la lengua muysccubun (muysca) que se publicaron durante el periodo colonial.

La semana pasada me encontré con que algunos de los hispanicismos que se introdujeron a este idioma con la invasión española se relacionaban con la indumentaria: vestido, paño, ropa, por ejemplo. Y aunque algunos de ellos denotaban prendas específicamente españolas/europeas, me pregunto si no habría equivalentes dentro del muysccubun mismo. ¿Por qué, entonces, la preferencia por estos términos en español en las comunicaciones que se hacían entre los invasores españoles y las poblaciones muysca? ¿Se trataría de una estrategia de dominación y aculturación por parte de los invasores? ¿O sería más bien el reflejo de las ideas muysca sobre la moda y el vestuario? Hasta ahora no me he encontrado con la palabra “moda” en estas publicaciones, pero queda abierta la pregunta sobre lo que habría podido significar para las personas de habla muysca, incluso cuando se traducía a algún equivalente en su propio idioma.

Prometo continuar con mis exploraciones y compartir mis hallazgos por aquí a medida que vayan surgiendo.

Cierro por hoy, pero no sin antes agradecerte por estar aquí y por leerme. ¡No dudes en compartir tus reflexiones, ideas y preguntas en los comentarios!

En la próxima edición hablaré sobre la necesidad de encontrar nuestros propios referentes y estéticas locales. Espérala en dos semanas 🔥

—L

**La música de fondo que se utiliza en el audio es “Twisting Falling” de Ketsa (2022), utilizada bajo la licencia de Creative Commons con atribución 4.0 internacional (CC BY 4.0).
1

Por lo general, en mi trabajo utilizo la expresión “Abya Yala” para referirme a lo que llamamos América Latina o América española. Esta expresión viene de las naciones kuna-tule, habitantes de los territorios que hoy llamamos Colombia y Panamá. En su idioma, significa “tierra en plena madurez” y desde 1992 los pueblos originarios de las Américas la han propuesto como una opción no eurocéntrica para darle nombre a nuestra región.

2

Jennifer Craik, The Face of Fashion: Cultural Studies in Fashion (Londres: Routledge, 1994).

3

Joanne Entwistle, El cuerpo y la moda. Una visión sociológica, trad. Alicia Sánchez Mollet (Barcelona: Paidós, 2002).

4

Cheryl Buckley y Hazel Clark, Fashion and Everyday Life: London and New York, 1890–2010 (Londres: Bloomsbury, 2017).

5

Roland Barthes, Sistema de la moda y otros escritos, trad. Carles Roche (Barcelona: Paidós, 1994); Alison Lurie, El lenguaje de la moda: una interpretación de las formas de vestir, trad. Fernando Inglés Bonilla (Barcelona: Paidós, 1981).

6

Jennifer Craik, Fashion: The Key Concepts (Oxford: Berg, 2009), 19. Mi traducción.

7

Con “calidad” me refiero a la clasificación socio-racial de las personas durante la época colonial. Es un término similar, aunque no equivalente, a lo que se ha denominado “casta”, “raza” y “categoría socio-racial” en otros análisis de la Hispanoamérica colonial.

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Laura Beltrán-Rubio