Pensar la moda
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Nº8. Investigar la moda
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Nº8. Investigar la moda

¿Cómo desarrollar la investigación sobre la moda en Abya Yala, de forma descentrada y contra-hegemónica?

Queridas pensadoras de la moda:

Hace unas semanas se acabó el semestre académico y, para mí, eso quiere decir que ¡por fin puedo dedicarme de lleno a mi investigación!

Es curioso porque, en teoría, la investigación forma parte integral de mi trabajo como profesora de planta. Pero entre preparar clases, calificar, asesorar y cumplir con otras obligaciones en la universidad, la investigación termina limitándose a un esfuerzo mínimo mientras el semestre está en curso. O esa ha sido mi experiencia hasta ahora.

Y más que curioso, para mí a veces es frustrante porque investigar es lo que más me gusta de mi trabajo.

Pero, ¿de qué se trata toda esta investigación?

Justo el fin de semana tuve la oportunidad de compartir algunas ideas sobre lo que hace una investigadora de moda con Latinoamérica de Moda:

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Digamos que ese post fue el primer sobre lo que puede ser investigar la moda. Y sin duda fue la inspiración para el tema de esta edición de Pensar la moda porque me di cuenta de que eran muchas las ideas que tenía y varias de ellas se quedaron por fuera del post.

Lo primero es definir la acción de investigar. Según la RAE, investigar es:

Indagar para descubrir algo.
Realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia.1

La moda ciertamente puede ser esa “determinada materia” y los hechos, actitudes, prácticas y discursos alrededor de la moda pueden ser ese “algo” que se descubre.

Con frecuencia pensamos que la investigación debe ser puramente objetiva para ser “científica”. Y las artes, el diseño y las humanidades han sufrido muchísimo porque el análisis interpretativo es una parte tan fundamental de su estudio. Como estas interpretaciones tienen un componente subjetivo, algunas personas creen que nunca se va a llegar a una objetividad pura en estos campos.

Pero si hay algo que me he dado cuenta en más de una década que llevo ya investigando, no sólo en moda sino también economía, es que ningún ejercicio académico es completamente objetivo. Y entre más reconozcamos —e integremos— nuestra subjetividad en nuestros ejercicios académicos o de investigación, más van a reflejar los resultados todas las complejidades humanas que se esconden detrás de temas como la moda, el arte y la cultura. En palabras de Heike Jenss, antropóloga y profesora de Estudios de Moda en Parsons:

investigar o “localizar” la moda también se relaciona con localizarse como investigadora en el tiempo y el espacio, a través de seleccionar o dar forma a temas y áreas específicas, ignorar otras, hacer ciertas preguntas, desarrollar o integrar ciertos marcos teóricos… (mi traducción)2

A estas alturas no sorprende que esta “localización” de la moda y sus investigadores se haya dado principalmente desde los centros hegemónicos de producción de conocimiento. Tal vez por eso es que la mayoría de historias “globales” de la moda ignoran los acontecimientos de las Américas y África, sobretodo antes de las invasiones europeas de estos territorios.

Pero incluso cuando se estudia la historia de la moda desde la llamada “periferia” se hace desde perspectivas hegemónicas, sobretodo porque quienes lo hacemos con frecuencia hemos sido entrenadas en universidades europeas o norteamericanas y desde puntos de vista que reflejan los cánones académicos de “Occidente”. Eso sin contar que todo el sistema académico y de investigación, incluso en Abya Yala, está concebido también desde este canon.

Entonces, ¿cómo investigar la moda de forma descentrada?

La verdad es que no tengo una respuesta definitiva para esta pregunta y seguramente ni la habrá (como siempre en las humanidades). Pero sí he estado dándole vueltas al tema durante ya varios años y creo que tengo algunas ideas medianamente formadas al respecto. De hecho, algunas de ellas las compartí hace un par de años en la primera temporada de la Sartorial Society Series en el 2020.

Tal vez lo primero es deshacernos de esa idea de que investigar la moda debe hacerse de forma 100% objetiva, porque, como ya expliqué, es imposible alcanzar la objetividad pura. Y a esto le podemos sumar algo que ya he repetido tanto por aquí y en mis redes sociales, que hasta me da nervios escribirlo nuevamente: necesitamos entender que la moda es un tema serio, digno de ser investigado y pensado críticamente.

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Un tercer paso, que seguramente ya se lo esperaban, es “poblar” los discursos académicos e investigativos sobre la moda de los acontecimientos y prácticas que surgen de lugares como Latinoamérica, África y hasta Asia (aunque esta última ha estado un poco más presente en las historias globales que las primeras dos).

Hacerlo, por supuesto, viene con sus propios retos y limitantes. A diferencia de muchos contextos euro-norteamericanos, en Abya Yala hay más bien pocas colecciones formales de moda e indumentaria, por lo que el estudio material de las prendas es más difícil. Y aunque en ciudades como Quito y Bogotá hay archivos históricos increíbles, súper bien organizados y conservados, en otras más pequeñas las condiciones de humedad, calor y escasez de recursos han ido acabando lentamente con la evidencia histórica. ¡Y eso sin contar desastres como incendios y hasta la destrucción de archivos ocasionada por las personas mismas!

En algún episodio del podcast Salón de Moda (que grabo con otras 3 colegas y amigas) hablamos precisamente sobre las dificultades —y algunas bondades— de investigar la moda en Abya Yala:

Pero —como todo lo malo en esta vida tiene un lado positivo— lo bueno es que la disponibilidad aparentemente limitada de evidencia histórica nos vuelve recursivas. Y eso en mi caso me ha llevado a consultar, por ejemplo, manuales de costura históricos y hasta los exámenes que se hacían para aprobar a oficiales y maestros sastres para reconstruir mis propias piezas y entender la materialidad de la moda histórica de una forma más completa. A un colega lo ha llevado a trabajar de la mano con comunidades Maya para entender el arte de esta cultura previo a la invasión europea. Y esto por mencionar sólo dos ejemplos.

El segundo ejemplo, además, es especialmente importante porque el trabajo horizontal con naciones indígenas, que además lleve a resultados que sean beneficiosos y deseables para ellas es un paso importante para avanzar hacia la descolonización de la investigación. Yo diría éste da un paso más allá que simplemente investigar de forma descentrada.

Y es que para investigar decolonialmente debemos deshacernos de muchos de los métodos y sistemas que han guiado las prácticas inquisitivas de la academia hasta ahora. Una vez reconozcamos que prácticamente todas las metodologías de investigación, como las conocemos hoy, están fundamentadas en formas de pensamiento colonialistas, podremos entender que, como lo argumentan Alexander Ortiz Ocaña y María Isabel Arias López, necesitamos reemplazar la “metodología” de investigación por “un conjunto de técnicas y procedimientos… acciones y huellas decoloniales”.3 Algunas de estas huellas las he intentado aplicar en el seminario de Diseño y (de)colonialidad que dicto en la Universidad de los Andes (y que estoy segura de que ya he mencionado aquí alguna vez), pero eso es tema para otra ocasión.

Por ahora, insisto en la importancia de la investigación para crear moda. A estas alturas tal vez sobra decirlo, pero soy de las que cree que, solamente si desarrollamos prácticas de investigación más rigurosas podremos avanzar hacia sistemas moda mucho más sólidos, eficientes, éticos y hasta “amigables” con el medio ambiente en Latinoamérica y el mundo. Así que lo que necesitamos son más personas que puedan dedicarse a la investigación en moda.

Por eso quiero cerrar la edición de hoy con un llamado a todas las personas que tengan alguna inquietud sobre si darle la oportunidad a la investigación en moda como un camino profesional: ¡háganlo! Como lo compartí con Latinoamérica de Moda, la investigación en moda puede darse en lugares “tradicionales” como la academia y los museos, pero también en la creación colecciones y marcas, en la producción y diseño de textiles y hasta en las prácticas de moda más cotidianas de las personas.

Y si no saben por dónde empezar, no duden en dejarme sus inquietudes en los comentarios. Como siempre, la conversación aquí es bienvenida, así que espero leer sus ideas.

¡Gracias, gracias por leerme! Hasta una nueva edición de Pensar la moda.

— L.

1

“Investigar”, Diccionario de la Lengua Española (Real Academia Española, 2021), https://dle.rae.es/investigar.

2

“researching or “locating” fashion, is also linked with locating oneself as a researcher in time and place, through the selection or shaping of specific themes and fields, the ignoring of others, the raising of certain questions, the developing or integration of particular theoretical frameworks, etc”. Heike Jenss, “Introduction. Locating Fashion/Studies: Research Methods, Sites and Practices”, Fashion Studies: Research Methods, Sites and Practices (Londres: Bloomsbury, 2016).

3

Alexander Ortiz Ocaña y María Isabel Arias López, “Hacer decolonial: desobedecer a la metodología de investigación”, Hallazgos 16, nº. 31 (2019): 1–20.

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Laura Beltrán-Rubio